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A la izquierda, Guillerma Valerio (105 años), en casa de su hija Mariana. A la derecha, María Garrido (99 años), en la Santa Casa de Misericordia.
Dos abuelas de Olivenza, más de 200 primaveras

Dos abuelas de Olivenza, más de 200 primaveras

Guillerma Valerio González (24 de junio de 1912) y María Garrido Lobato (5 de junio de 1918) son dos de las tres mujeres centenarias que este año tendrá Olivenza

juan miguel méndez peña

Domingo, 6 de mayo 2018, 12:08

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Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), a 1 de julio de 2017 en España había 10.349 mujeres y 2.532 hombres que superaban los 100 años. En Extremadura había 240 mujeres (137 de la provincia de Badajoz y 103 de la de Cáceres) y 59 hombres (23 de Badajoz y 36 de Cáceres). Dos de esas mujeres aún viven en Olivenza, siendo una de ellas Guillerma Valerio González, nacida en Olivenza el 24 de junio de 1912, por lo que en junio cumplirá la friolera de 106 años.

Hija de Antonio Valerio Cordero y de María González Hurtado, es la única de 8 hermanos que aún vive. Desde joven trabajó como muchas mujeres de su época sirviendo en una casa hasta que se jubiló. En su libro de familia consta que se casó el 30 de octubre de 1944 con el también oliventino Julián Olivera González (1909-2003), que trabajó toda su vida como bracero en el campo. «Se casó ya pasados la treintena, supongo que por los años difíciles de la guerra y posguerra», apunta una de sus hijas, Mariana Mercedes (19-04-1951). Además de Mariana, previamente tuvo otras dos hijas, María (fallecida en 1947 con apenas un año y medio) y María Dolores (18-08-1947), además de un varón, Julián (30-12-1954), ambos residentes en Barcelona en la actualidad. Los tres le han dado, además, cinco nietos y cinco biznietos.

Al enviudar en 2003 se fue a vivir con su hija Mariana, a la calle Manuel Pacheco, permaneciendo allí durante casi todo el año, salvo un par de meses en que vuelve a su domicilio en el paseo Hernán Cortés, con su hija María Dolores llegada de Barcelona. Ha perdido algo de audición y padece demencia senil, aunque tiene momentos en que puede mantener conversaciones coherentes, recordando su pasado, sobre todo.

«Mi madre siempre fue una persona buenísima, pero ahora con la edad nos confunde y dice algunas barbaridades que le perdonamos», afirma Mariana, que asegura que no toma medicación alguna y come lo que cocina para el resto de la familia. El yerno de Guillerma, Joaquín Perera Figueredo, asegura que toda la vida se ha llevado bien con ella y que aún hoy le gusta bromear con su suegra para ver cómo reacciona.

Guillerma, que ya octogenaria seguía haciendo crochet en su casa, ya no se distrae con nada y pasa casi todo el día dormida en el sillón. Sin embargo, no pierde su sonrisa y canturrea canciones de infancia que termina con un sonoro «¡Amén, Jesús!». Nunca supo leer, pero su marcado acento oliventino atestigua, como recuerda su hija, que en su día hablaba también portugués con su padre.

A pesar de viste de luto y sus cabellos níveos, la abuela de Olivenza no aparenta los casi 106 años que tiene y accede a ser fotografiada por el redactor de HOY Olivenza, al que le pide ser correspondida con un beso.

María Garrido Lobato

Guillerma no es la única mujer centenaria en Olivenza. Le sigue en edad otra vecina nacida el 1 de junio de 1916 (casi 102 años), pero por decisión familiar no accedió a ser entrevistada por este diario. Sí nos recibió, en cambio, María Garrido Lobato, nacida el 5 de junio de 1918, por lo que será la tercera y última mujer centenaria que vive en Olivenza este año.

Aunque nació y vivió en Táliga, lleva desde el año 2000 en el Hospital y Santa Casa de Misericordia de Olivenza. Acompañado del director-administrador de la residencia, José Gómez Costa, subimos a la sala de estar de la centenaria institución para visitar a María Garrido, que enseguida se muestra encantada de ser entrevistada.

Nos recuerda que vivió toda la vida en la taligueña calle Zurbarán, siendo actualmente la única que vive de cinco hermanos, un varón y cuatro mujeres. En Táliga, la otrora pedanía dependiente de Olivenza hasta 1850, María se dedicó desde muy joven a bordar. «Ay, si usted viera las cositas que hacíamos de costura», recuerda con desparpajo María, que no se casó ni tuvo hijos, dedicándose toda la vida a cuidar de su madre. «Mi madre, ya viejecita, seguía cosiendo cosas para hombres como chaquetas y pantalones», evoca asegurando que no había más gente en la localidad que se dedicara al mismo oficio, motivo por el que sus hermanas y ella tuvieron tanto trabajo en la costura.

Recuerda que le tocó vivir una infancia difícil debido a la escasez y a las dificultades de la época. «Hoy tenemos más formalidad», asegura recordando cosas de su infancia y juventud. No tuvo familiares represaliados durante y tras la guerra civil; «pero nos daba mucha pena de las barbaridades que hicieron con tanta gente», asegura mientras recuerda que después de la guerra pasaron mucha hambre.

«También tengo varios sobrinos muy buenos y muy formales: uno se llama José Ramón, otro José (como el padre), dos Francisco (que están lejos de aquí)...», explica María. En Olivenza tiene al primero, su sobrino-nieto José Ramón Garrido Méndez, que trabaja en el ayuntamiento de la ciudad, aunque recibe muchas más visitas en la Casa de Misericordia donde María dice que tiene «una pequeña familia».

«Yo también sé leer y escribir, aunque la vista ya no me acompaña», dice María mientras observa cómo escribe el corresponsal, al que pide el bolígrafo para demostrar cómo firma. También dice que es «un poquito religiosa», asegurando que todas las noches reza, «sobre todo a la Virgen María y al Señor». Quizás sea uno de los secretos para llegar a la centuria.

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