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María Becerra y Rosa Mª Méndez, en la biblioteca del C.E.I.P. 'Francisco Ortiz' de Olivenza.
Las maestras de Olivenza... no son como las demás

Las maestras de Olivenza... no son como las demás

María Becerra y Rosa Mª Méndez han visto pasar por sus aulas a miles de alumnos, siendo maestras de varias generaciones

JUAN MIGUEL MÉNDEZ PEÑA

Lunes, 2 de julio 2018, 22:02

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Cuando llega finales de junio es inevitable recordar aquel tiempo en la escuela en que nos entregaban las notas y nos despedíamos de nuestros docentes hasta el mes de septiembre, en que comenzábamos el curso siguiente. Aunque no siempre volvíamos a encontrarnos con los mismos maestros y maestras, unas veces porque se trasladaban de centro y otras veces porque el alumnado promocionamos de nivel académico y, por tanto, pasábamos del colegio al instituto.

Tal es el caso de María Becerra Méndez (Olivenza, 25 de agosto de 1957) y Rosa María Méndez Martínez (Olivenza, 14 de octubre de 1968), ambas actualmente docentes en el colegio público 'Francisco Ortiz López' de Olivenza, pero que también pasaron por las aulas del colegio público 'Virgen de la Luz' de Alconchel a finales de los años 90, una feliz coincidencia que da sentido a este reportaje en la sección de 'Olivenza en femenino'. La biblioteca del colegio oliventino y con decenas de alumnos realizando tareas extraescolares son el mejor escenario para evocar recuerdos de hace dos décadas, incluso de antes.

María Becerra se define como 'farraposa' y se siente orgullosa de haber estudiado en las Escuelas Parroquiales del 'Sagrado Corazón', en un tiempo en que el barrio estaba marginado del resto de la ciudad. «Yo era muy buena, muy trabajadora y muy estudiosa», recuerda María, perteneciente a una familia humilde (su padre fue bracero), y que pudo estudiar siempre gracias a las becas del PÍO (Patronato de Igualdad de Oportunidades), en torno a 475 pesetas mensuales.

Afirma que lo mejor de su niñez fue la escuela y que hubo una maestra, doña Alicia Ayuso Puente, que fue la que le marcó, pues cuando tuvo que empezar a estudios superiores fue a su casa para hablar con sus padres. De ese tiempo también recuerda las actividades religiosas que había en el colegio, promovidas por el párroco D. José Hidalgo Marcos, especialmente durante el mes de mayo.

Por su parte, Rosa Méndez, aunque pertenece a una generación posterior, también tiene buenos recuerdos del colegio y de una infancia feliz. Recuerda muchos niños en clase y el respeto que se le tenía a la figura del profesor. También tuvo una maestra que le marcó, doña Dolores Almeida (la señorita Loli), que le dio clase en 5º de la extinta E.G.B.

Pasada la etapa escolar, María Becerra estudió en el Colegio Libre Adoptado Mixto (C.L.A.M.), dependiente del instituto Bárbara de Braganza de Badajoz, y que estaba en la oliventina calle Gabriel y Galán. Por su parte, Rosa Méndez estudió Bachillerato ya en el instituto 'Marcial Gómez Castaño', que al segundo año se convirtió en un instituto público, allá por el año 1982. En ese instituto, dependiente del pacense Reino Aftasí estudió hasta C.O.U.

Estudiantes de Magisterio

Y llegó el momento de cursar estudios superiores. Ambas decidieron estudiar Magisterio: María Becerra estudió toda la carrera en la Escuela Normal de Badajoz; y allí también cursó los dos primeros años Rosa Méndez, aunque el tercero ya lo realizó en la actual Facultad de Educación.

«En aquella época, mediados de los años 70, éramos un montón de niñas de Olivenza estudiando Magisterio, y contratábamos un microbús para desplazarnos desde aquí», apunta María Becerra. Todo lo contrario que en la época de Rosa Méndez, finales de los 80, pues sólo dos de su promoción optaron por Magisterio, dado que en se tiempo la educación universitaria estaba más generalizada y había diversidad de estudios.

La lucha de las oposiciones

En el plano personal, María Becerra se casó en segundo de carrera en 1979 y se trasladó con su marido a Lérida. A los pocos meses volvería a Olivenza y terminó el tercer y último curso de la de carrera embarazada de su hija Ana Márquez (1980); siguió cuidando de su familia y tuvo a su segunda hija, Virginia (1983), pero no se planteó el ejercer de maestra. «Aunque terminé la carrera con muy buenas notas, nunca pensé que pudiera llegar a ser maestra», apunta Becerra.

No se presentaría a las oposiciones por primera vez hasta 1995, siendo su primer destino como interina Valverde de Leganés, al que siguieron Alconchel (1996-1997) y Zahínos (1997-1998). Cuando aprobó definitivamente las oposiciones en 1999 le enviaron a Valdemorales, un municipio de apenas 100 habitantes. «Allí estuve muy bien, hasta que obtuve el destino definitivo de Higuera de Vargas, donde estuve 7 años», afirma María, quien posteriormente pidió concurso de traslado a Olivenza, donde actualmente está dando clases en el colegio. «Me tenía que haber jubilado ya por edad, pero estoy muy contenta con mi trabajo», matiza.

Por su parte, Rosa Méndez lo tenía claro desde muy niña: quería ser maestra. Así que terminada la carrera, dio un año clases particulares y aprobó las oposiciones al segundo año de presentarse, en junio de 1992, comenzando su labor docente en septiembre, con 23 años. «Mi primer destino fue Cadalso de Gata (Cáceres), un pueblo donde había más cabras que personas», confiesa sarcástica Méndez. Le siguieron otros destinos: Jarandilla de la Vera, Brozas, Valencia del Mombuey, Alconchel y Olivenza. «Me vine de Alconchel con mucha pena, porque mi hijo Nacho (2010) era pequeño, sino me hubiera quedado allí», reconoce Rosa Méndez, quien se casó a los 30 años con su primer y único novio, con el que llevaba saliendo desde los 16; tiene también otras dos hijas, María José (1999) y Rosa (2004).

Trabajo vocacional

Que estas dos maestras oliventinas aman su trabajo se nota en cómo los escolares se dirigen a ellas. Aunque cada una tiene un carácter distinto, se les nota que ambas no sólo transmiten conocimientos en la escuela, sino valores que, ya de adultos, aún siguen poniendo en práctica sus alumnos.

«En las últimas décadas hemos visto cómo el centro de la educación son los niños, pues atendemos todas sus necesidades y damos respuestas a muchos de sus problemas más allá, incluso, del ámbito académico», explica María Becerra.

«Creo que la educación pública ha mejorado en todos los aspectos: en la forma de enseñar y en los medios técnicos», apunta Rosa Méndez, quien sin embargo lamenta que los niveles de conocimiento hayan bajado. «He conocido la EGB y la LOGSE, pero hemos sido los maestros los que hemos trabajado para que los niveles educativos sigan más arriba, a pesar de los cambios de leyes», afirma Méndez.

Ambas maestras afirman que nunca se han sentido discriminadas por razón de su sexo, como en otro tiempo ocurría en esta profesión, y que ven en su trabajo una vocación que además les sirve de «vía de escape», pues siempre han sido amantes del trabajo bien hecho y nunca han titubeado ni han tenido pereza para conseguirlo.

Cada una con su estilo, quizás no sean conscientes de que en otros municipios han dejado un buen poso y la idea de que quizás «las maestras de Olivenza no son como las demás».

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