Olivenza conmemoró el 75 aniversario del milagro del arroz con un amplio programa de actividades litúrgicas.
Entre ellas la misa solemne oficiada el pasado 24 de enero en la Iglesia de Santa María Magdalena. La cual estuvo presidida por el Obispo de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, Monseñor Celso Morga Iruzubieta.
A la misma asistieron numerosos feligreses, entre ellos el alcalde de Olivenza, entre otras autoridades, y la única superviviente de los testigos del Milagro del Arroz la centenaria Fernanda Blasco, recientemente nombrada hija predilecta de Olivenza.
Celso, calificó de hecho extraordinario el que ocurrió aquel domingo 23 de enero de 1949 gracias a encomendación de la cocinera Leandra a San Juan Macías.
El Milagro del Arroz es, junto con la multiplicación de los panes y los peces el único hecho de este tipo (multiplicación de alimentos) reconocido por la Santa Sede.
El Milagro
El domingo 23 de enero de 1949 el Hogar de Nazaret, que daba de comer a las familias más necesitadas de Olivenza, no contaba con suficientes viandas para alimentar a las más de doscientas personas que se habían presentado.
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La cocinera Leandra Rebollo, disponía de solo tres cazones de arroz, unos 750 gramos, que puso en una olla pequeña para cocinar. En el momento en el que depositó el arroz dijo en voz alta «¡Ay, beato! y tus pobres sin comer» haciendo referencia al beato Juan Macías al cual tenía devoción. Poco tiempo después de la olla comenzó a rebosar el arroz que se comenzó a repartir entre los comensales presentes, se llevó a las casas del pueblo y se almacenó en ollas mucho mayores (ollas de 15 y 20 litros de capacidad usadas para realizar las labores de la matanza del cerdo).
El arroz, ya condimentado, iba llenando la olla, como brotando del fondo, una y otra vez. Aunque por el revuelo Leandra no llegó a echar sal, ni atender la lumbre, el arroz se mantuvo hasta el último momento en su punto y sabroso.
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El fenómeno duró desde la una del mediodía hasta las cinco de la tarde, cuando se constató que ya toda la población estaba saciada y el cura párroco retiró la olla de la hornilla diciendo «¡Basta!», la cual no necesitó carbón en ningún momento.
El hecho fue presenciado las personas allí reunidas para comer y por muchos vecinos del pueblo, entre ellos la mencionada Fernanda Blasco, que fueron acercándose e incluso de los alrededores, atraídos por los rumores de lo que sucedía. La cocinera, Leandra Rebollo y la directora de la institución, María Gragera Vargas, fueron los primeros testigos del hecho que corrió de boca en boca por toda la comarca.
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