

La programación de la Semana Santa 2021 en Olivenza continúa este Jueves Santo con la celebración del Día del Amor Fraterno, de referencia en el mundo cristiano, además del día de los sacerdotes. También se conmemora la Última Cena del Señor, por lo que también es el día de la Eucaristía, sacramento también importante en la vida del cristiano.
La Parroquia de Olivenza celebrará la misa de la Cena del Señor a las 18.00 horas en la iglesia de Santa María Magdalena y a las 19.30 horas en la iglesia de Santa María del Castillo. Al término de la misma, el sacerdote, Francisco Julián Romero Galván, realizará la procesión con el Santísimo hacia el Monumento, donde se iniciará la oración ante el mismo. Este año, marcado por la pandemia, solo se instalará en la iglesia de Santa María.
Siendo Jueves Santo, el día en que procesionaría la Cofradía del Descendimiento, se han instalado las imágenes titulares de esta hermandad en la iglesia de la Magdalena, su sede canónica, donde se podrá orar ante la imagen del Cristo del Descendimiento, flanqueado por las imágenes del Apóstol San Juan y de Santa María Magdalena, en horario de 17.00 a 18.00 y de 19.00 a 21.30 horas. A las 21.00 horas está previsto un acto de culto de la Hermandad y oración ante la imagen titular.
No está expuesta para la ocasión en el altar mayor de la iglesia de la Magdalena, por decisión propia de la Hermandad de Nuestra Señora María Santísima de la Soledad, la imagen de la Soledad, la bella talla anónima de origen portugués del siglo XVII que acompaña en su paso bajo palio el misterio del Descendimiento en la noche del Jueves Santo.
La Hermandad de la Soledad, también creada en 1948 por el entonces sacerdote y ahora venerable Siervo de Dios, D. Luis Zambrano Blanco, junto a un grupo de señoras de la parroquia, cuenta actualmente con más de 400 hermanas y su titular también saldría portada por 30 costaleros el Viernes Santo en la procesión del Santo Entierro, cerrando el cortejo, con sus hermanas ataviadas con traje negro y mantilla española.
En la mañana de este Jueves Santo ha tenido lugar en la iglesia de Santa María Magdalena la presentación del libro 'Hermandad y Cofradía del Descendimiento (1952-2018), cuyo autor, el oliventino Rafael Paniagua Zapatero, también forma parte de la cofradía.
Al acto han asistido, siguiendo las medidas de seguridad e higiene por la pandemia, además del autor, el párroco de la localidad y director espiritual de la Cofradía, Francisco Julián Romero Galván; el alcalde de Olivenza, Manuel José González Andrade; y el hermano mayor del Descendimiento, Antonio José Pitera Asensio, quien tuvo también palabras de reconocimiento hacia el hermano mayor anterior, Jesús Cebada Guerra, quien a su juicio fue «el que mayor empeño puso en sacar adelante este libro».
A lo largo de casi 400 páginas, Rafael Paniagua desgrana la historia de la Cofradía del Descendimiento, fundada el 21 de febrero de 1952, con el apoyo del entonces párroco D. Luis Zambrano Blanco. Según desveló Paniagua, la idea partió de varios fieles devotos mientras esperaban su turno en la Adoración Nocturna, entonces muy en alza en la ciudad. Con el propósito de garantizar el culto durante la Semana Santa oliventina, se creó esta hermandad también para «fomentar el espíritu de penitencia, mortificación y austeridad de la vida», teniendo también entre sus fines la realización de labores sociales entre sus miembros.
El autor ha descrito en la primera parte del libro los orígenes de la hermandad, cómo fue su fundación y sede, así como todos los detalles de sus reglas, pasos, archivos, revistas y directivas. Y es que hasta el momento ha contado con 11 Hermanos Mayores: Daniel Álvarez Valero (1952-1957), Filiberto Ruiz Mira (1957-1968), José Lanza Rivero (1968-1971), Manuel Ferrera Méndez (1971-1973), Guillermo Antúnez Silva (1973-1982 y 1990-1996), Francisco González Santana (1982-1990), Arturo del Moral Valerio (1996-2004), Cándido Herrero Rodríguez (2004-2008), Jesús Cebada Guerra (2008-2020) y Antonio José Pitera Asensio (2020).
En su segunda parte, el libro, editado por la Diputación de Badajoz, recoge curiosidades y documentos, actas de la cofradía, portadas de su revista anual creada en 1980, una galería de 137 imágenes y testimonios de 20 de los 460 miembros del Descendimiento como el de Francisco González Santana, a quien Paniagua consideró «memoria viva de la Cofradía», y quien más ha insistido en la idea de recopilar la historia del Descendimiento en este libro, que él también ha ayudado a documentar.
Este Jueves Santo tampoco saldrá a la calle la imagen del Cristo del Descendimiento, una talla realizada por el imaginero Miguel Ángel Domínguez Velázquez en 1999, y que acompañan en el mismo paso la imagen de San Juan Evangelista, de la misma fábrica (2018), y de Santa María Magdalena, de autoría anónima. Sus 28 costaleros y sus decenas de nazarenos ataviados con su túnica blanca y capuz negro, tampoco harán acto de presencia este año en una noche presidida por la sobriedad y sencillez que les caracteriza y el silencio sólo roto por el sonido de un timbal destemplado y una matraca.
Tampoco se llevará a cabo el tradicional descendimiento del Cristo desde la Cruz y su presentación a su Madre, la Virgen de la Soledad, ni tampoco su posterior veneración por parte del pueblo, que este año ha de conformarse con orar ante su potente y macerada imagen desde la distancia de seguridad.
Otro de los momentos que no se podrán vivir por la pandemia esta Semana Santa de Olivenza es la Procesión de las Banderas, de la Hermandad de la Misericordia. Se trata de una de las tradiciones con más arraigo de la Semana de Pasión oliventina en la tarde del Jueves Santo, por las que desfilan diez banderas/bandeiras o lienzos de principios del siglo XVIII referentes a la Pasión y Muerte de Jesucristo, a excepción de dos que presentan como tema la Virgen de la Misericordia, quien cobija bajo su manto a todo el pueblo portugués.
En este itinerario de tan fuerte raigambre portuguesa como lo demuestran gran parte de sus 170 hermanos ataviados con hopa negra o balndrán, también se porta al Cristo del Consistorio, un crucificado tallado en 1818 por el escultor real portugués Joaquim Joze de Barros, y que normalmente está en la capilla del Espíritu Santo, donde la Hermandad, fundada en 1501 con la Santa Casa de Misericordia, tiene su sede.
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