

Eva María Nevado
Lunes, 14 de marzo 2016, 14:08
La investigadora oliventina María Victoria Berjano Díaz impartió el pasado viernes una conferencia sobre la esclavitud en la Olivenza de los siglos XVI y XVII en la que destacó algunos aspectos como la posesión de esclavos en todos los estratos sociales de la época o el hecho de que fueran bautizados.
Llegados principalmente de África, entre los grupos de esclavos eran muy apreciadas las mujeres jóvenes, hasta los 35 años aproximadamente, explica Berjano, en base a datos recopilados en el Archivo Histórico de Elvas y los libros parroquiales de las iglesias de Santa María Magdalena y Santa María del Castillo.
Pese a ser difícil dar datos exactos «ante el mal estado de algunos documentos y registros incompletos», la investigadora establece que prácticamente todos los estratos sociales de la época eran poseedores de esclavos, incluidos los clérigos, como atestigua un documento de 1561 donde el clérigo Lopo Cárnicas vende a dos esclavos por 20.000 reales.
La segunda mitad del siglo XVI muestra un incremento en el número de esclavos en Olivenza pero otras épocas como la comprendida entre 1640 y 1668 atestiguan un importante descenso que Berjano relaciona con la Guerra de Restauración.
Otro de los datos que despertó el interés del público presente en la conferencia desarrollada en el Museo Etnográfico Extremeño González Santana fue el hecho de que el 4% de las personas bautizadas en el siglo XVI en Olivenza fueran esclavos. Se trataba tanto de hijos nacidos de matrimonios entre esclavos como del bautismo de adultos.
En relación a estos, Berjano recordó que pese a considerar a los esclavos como una posesión dichos bautismos de adultos pueden responder a la precaución ante una posible actuación del Tribunal de la Inquisición.
A pesar de contar con esa categoría de posesión y mano de obra, algunos esclavos llegaban a contar con la atención de sus dueños haciendo incluso que cuando fallecieran fueran enterrados en sepulturas habilitadas especialmente para ellos o junto a las suyas, como muestra una lápida que se halla en el interior de la Capilla de la Santa Casa de la Misericordia.
Habitualmente los esclavos pasaban de unos dueños a otros, explica Berjano, pero en algunos casos lograban la carta de libertad, heredando entonces los apellidos de sus dueños. En otros casos, la denominación que recibían estos esclavos es la que se tomaba como apellido, como es el caso de Pardo, Moreno o incluso Preto que ha llegado a nuestros días como Prieto.
María Berjano concluyó su exposición dejando abierta la posibilidad de que ante la importante presencia de esclavos en la localidad en los siglos XVI y XVII haya hoy en día vecinos y vecinas de la localidad que puedan ser descendientes de aquellos esclavos libertos.
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