Maestría musical al ritmo de la tenue luz de 200 velas en una cálida noche oliventina

La tenue luz de las velas, a las que el aire jugó malas pasadas, y la suave música surgida de un piano acariciado por las manos de David Gómez, y alguna sorpresa con el acordeón, llenaron de magia el Auditorio Externo del Convento San Juan de Dios en la noche de ayer.

Con los sonidos de una melódica o teclado alimentado por aire, el compositor y concertista se caminó entre el público hasta llegar a un escenario en el que 200 velas, que se mantenían encendidas a duras penas por el viento que ayer soplaba, rodeaban un piano en el que dio inicio a la velada musical con la composición propia 'Porcelain Girl'.

El repertorio en el que predominaron las piezas de composición propia fue detallado por Gómez, quien trasladó a un auditorio casi al completo las temáticas que inspiraban cada interpretación, así como las historias que hay detrás de cada una de ellas.

Lugares especiales de la Mallorca en la que se crio este compositor nacido en Suiza, la estancia de Chopin y su esposa en la isla, el piano en sí mismo, las manos que lo hacen sonar, historias de amor e incluso la figura de Paco de Lucía son algunos de los temas que inspiraron las piezas que ayer se pudieron escuchar.

El pianista sorprendió a los presentes al tomar en sus manos un acordeón, que Gómez explicó que su madre tocaba hace años, y con el que dejó boquiabierto al auditorio al combinarlo con el piano, tocando a un tiempo ambos instrumentos.

Tras un repertorio de composición propia, Gómez concluyó su repertorio con los nocturnos de Chopin y algunas piezas de Turina y Lecuona. Se despidió el concertista del mismo modo que llegó, tocando con la melódica Summer End, inspirada en el final de Verano Azul, aseguró, y dejando en el público presente la suave melancolía de las notas escuchadas a la luz de las velas y bajo un cielo de cálido verano.