
Eva María Nevado
Viernes, 12 de agosto 2016, 09:51
Con mayor presencia infantil que el pasado año se desarrolló en la noche de ayer la actividad Mirando al cielo, que quiso acercar de nuevo a los vecinos y vecinas al mundo astronómico en la época del año en la que la lluvia de estrellas conocida como Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo es más visible.
La noche comenzó con una nueva charla del mineralogista y responsable de las exposiciones sobre el meteorito de Olivenza y Los secretos de las piedras que actualmente se pueden ver en el Museo Etnográfico Extremeño González Santana, Jose Antonio Carnerero de la Paz, en la que se detalló la diferencia entre meteoros y meteoritos o la procedencia del nombre de Perseidas y Lágrimas de San Lorenzo, entre otras cuestiones.
Los cambios producidos en el genoma original de la planta del tomate por la caída del meteorito que extinguió a los dinosaurios, responsables del color rojo de este conocido alimento o como el ser humano ha adorado desde antaño a los meteoritos como objetos sagrados por su procedencia celeste fueron otros datos curiosos que se pudieron conocer.
Concluida la charla, los asistentes pudieron tocar un pedazo del meteorito más grande encontrado en la tierra, el meteorito Hoba caído en Namibia, y del segundo más grande del mundo, El Chaco, localizado en Argentina, así como otro trozo en el que se podían apreciar las bandas de Widmanstätten que se pueden observar tras pulir y tratar con ácido una sección de algunos meteoritos de hierro.
Pequeños y mayores se trasladaron después al Auditorio Exterior del Convento San Juan de Dios donde Bernardino Píriz Macías, de la Asociación La Raíz/A Raíz, narro bajo un cielo estrellado el cuento El silencio de las estrellas o timaue, palabra utilizada por el pueblo africano protagonista de la historia para denominar a ese silencio asociado a la relación del citado pueblo con la naturaleza.
La ambición del ser humano por controlar y sobreexplotar aquello que la Madre Tierra le otorga y por someter a su voluntad a todo lo que pueda reportarle beneficios alteraron la tranquila relación con la naturaleza del pueblo protagonista de una historia que concluyó con un hecho tan actual como la huida hacia un sueño prometido que realmente no existe.
Tras este cuentacuentos llegó el momento de la observación de la lluvia de estrellas, con más suerte el segundo grupo que el primero, desde el Baluarte del Convento San Juan de Dios. Realizada finalmente sin la ayuda de planisferios, la observación consistió en conocer la ubicación de las constelaciones y principales estrellas, así como el origen de sus nombres.
Los participantes, algunos llegados desde San Francisco de Olivenza, donde reclamaban que se organizaran actividades de este tipo también en las pedanías, observaron un cielo despejado que algunos vieron con más detalle gracias a los telescopios con los que acudieron a esta actividad.
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