Fini Gudiño muestra a un vecino el espacio en el que se sustrajeron los muñecos.

El establecimiento La Manola sufre el tercer robo en menos de un año

Los muñecos reborn y las prendas sustraídas en los robos, incluido el perpetrado ayer, suponen una pérdida económica cercana a los 2.500 euros

Eva María Nevado

Miércoles, 18 de enero 2017, 15:55

El conocido establecimiento textil La Manola fue objeto en la tarde de ayer del segundo robo en poco más de un mes y el tercero en menos de un año.

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Los muñecos reborn utilizados por la propietaria del negocio, Fini Gudiño, como elemento decorativo, reclamo comercial y maniquí para prendas infantiles fueron de nuevo el objetivo de los ladrones.

Dos fueron los muñecos sustraídos en esta ocasión, que sumados a los dos robados anteriormente, de dos escaparates diferentes al de ayer, y las prendas que vestían los cuatro suponen una pérdida cercana a los 2.500 euros.

Al coste económico aparejado a este hecho se suman «la pérdida de ilusión y la decepción» que afirma sentir Fini Gudiño, quien recuerda la dedicación puesta en elaborar escaparates originales a lo largo de 39 años de negocio.

«Ahora mismo he perdido esa ilusión y no me planteo colocar nuevos muñecos de este tipo», explica la empresaria, que recuerda como una pareja de unos 50 años entró en la tarde de ayer en su establecimiento y mientras Gudiño atendía a otra clienta se dirigieron a la zona dedicada a ropa infantil para ver la oferta de prendas.

El hombre, alto, fuerte y vistiendo una cazadora blanca, y la mujer, vestida con un amplio abrigo, ambos de fuera de la localidad, abandonaron minutos después el local despidiéndose de la propietaria, su hermana, su cuñado y los clientes presentes en ese momento.

En ese momento, Gudiño se acercó a comprobar el estado de las prendas infantiles y tuvo el impulso de ver el escaparate, momento en el que comprobó como con algún objeto cortante los ladrones habían roto los hilos de seda que sujetaban los muñecos.

La propietaria y su hermana Mari Carmen salieron al exterior para intentar localizarlos pero ya habían desaparecido. Ambas aseguran que por la dificultad de acceso al escaparate infantil y por el hecho de portar un objeto cortante pueden ser los mismos ladrones que en las dos ocasiones anteriores ya que «conocían muy bien como estaba todo colocado».

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Presentada la pertinente denuncia, como en las anteriores ocasiones, Gudiño no confía en que aparezcan pero al menos quiere intentar localizar a los ladrones y frustrar la venta de unos muñecos que eran más que objetos decorativos singulares y habían despertado un enorme cariño en su propietaria que los denominaba María, Manuel, Lola y Manuel.

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