El Museo Etnográfico Extremeño 'González Santana' de Olivenza ha comenzado el año exponiendo como su pieza del mes en enero con un recortable de soldados, que forma parte de un lote donado por el vecino Tomás Cabacas Hurtado en 2007.
«El juego y el juguete suelen ir unidos, aunque no necesariamente», explican desde el Museo, poniendo ejemplos de juegos sin juguetes como el escondite, las adivinanzas, las carreras, a pies quietos, etc. Por esta razón, en este mes en que los juguetes adquieren más relevancia desde el inicio por la celebración del día de Reyes, el Museo ha querido exponer un juguete tan peculiar como el recortable de papel, muy común en los hogares europeos hasta mediados del siglo XX.
Los había de diferentes tipologías: planos o bidimensionales y volumétricos. Entre los primeros destacan los impresos en una o dos caras, aunque podían llevar una pestaña que se doblaba y permitía mantenerlos erguidos. En el segundo grupo, se encuadran las maquetas tridimensionales.
Desde el punto de vista de la temática destacan soldados, muñecas, construcciones arquitectónicas (casa, iglesias, castillos), medios de transporte (coches, aviones, barcos), teatros, etc.
El expuesto en el Museo de Olivenza este mes es plano y policromado, con título Sección de Asalto, pertenece a la Serie 'Gran Ilusión Nº 1', de Ediciones 'La Tijera', de Madrid, una de las editoriales pioneras en la impresión de recortables en España. Fundada por Francisco Atienza, se desarrolla entre 1924 y 1962, momento de máxima popularidad del juego recortable.
Tuvo una producción muy extensa, destacando el tema militar y la construcción civil. Populares fueron la Serie 5 (16 x 23 centímetros), la Serie 10 (23 x 33 centímetros) y la Serie 35 (35 x 21 centímetros). Otras colecciones fueron 'Ilusión', 'Liliput', 'Gran Ilusión' e 'Imperio'.
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La lámina expuesta, parcialmente recortada, medía 24 x 33 centímetros; su temática es militar, con representación de soldados en el campo de batalla, tanto de forma individual como en grupo. Se sostenían mediante tres pestañas amarillas y naranjas.
Los recortables tuvieron un indudable valor pedagógico. Se utilizaron para enseñar Historia, Geografía o Literatura. Se leían clásicos del teatro como 'Don Juan Tenorio' o 'El mercader de Venecia', para luego representarlos en teatrillos de papel.
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Estas láminas se convirtieron en un excelente vehículo cultural, siendo, además, buenos instrumentos para el desarrollo de las capacidades relacionadas con la representación espacial y la ejercitación de la motricidad fina.
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