Mario Serrano Vidigal, alumno de 2º de Bachillerato del IES 'Puente Ajuda' de Olivenza. CEDIDA

«Seguir el curso a través de una pantalla es más complicado que seguirlo presencialmente»

HOY Olivenza entrevista a Mario Serrano Vidigal, estudiante en el IES 'Puente Ajuda' de Olivenza, para analizar la realidad educativa en la ciudad durante el estado de alarma por la crisis del coronavirus

Jueves, 30 de abril 2020, 11:29

Mario Serrano Vidigal (Olivenza, 2002) es estudiante del IES 'Puente Ajuda', donde cursa 2º de Bachillerato, uno de los cursos que también está pendiente de las inminentes pruebas de acceso a la Universidad. En el último mes ha tenido que vivir una situación de confinamiento domiciliario que no vivieron ni sus abuelos y cumplir con sus obligaciones académicas a distancia.

- ¿Qué dificultades está encontrando en esta nueva modalidad de enseñanza a distancia?

- Fundamentalmente la motivación. Antes de toda esta situación teníamos la continuidad de las clases presenciales que, de una forma u otra, ejercían sobre nosotros cierta presión que nos motivaba a estudiar. Ahora es mas complicado sentarse a aprender el temario porque, a pesar de que en la mayoría de asignaturas tenemos contacto online con los profesores, el no seguir un ritmo marcado por ellos nos da una independencia que es peligrosa, ya que muchas veces solemos desaprovechar el tiempo por no tener esa presión y motivación de las clases presenciales. Además, aunque no es mi caso, sé de compañeros que no tienen medios para continuar con una educación online, lo que debe suponer un gran estrés que se suma a la presión de tener que hacer la EBAU.

Por otro lado, el hecho de que esta situación sea completamente nueva para todos es algo que engloba a los profesores, que se han visto en la obligación de aprender a usar herramientas a las que no estaban acostumbrados, lo que hace bastante más complicada la evaluación sin exámenes presenciales.

- ¿Cree que es posible utilizar las nuevas tecnologías de la información en el aprendizaje en estos momentos?

- Desde luego, sí. Sería una excusa decir que no existen las herramientas para educarnos en línea porque realmente hay más que suficientes para continuar con las clases. Esto no quita que haya alumnos y profesores que no tengan medios para acceder a estas herramientas, lo cual es el verdadero problema.

Por supuesto, a pesar de que tengamos estos medios, seguir el curso a través de una pantalla es mucho más complicado que seguirlo presencialmente. Requiere mucho más ingenio y voluntad.

- ¿Facilitan sus profesores la enseñanza a distancia?

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- Sí. Yo en ningún momento he perdido el contacto con ninguno de mis profesores, si bien es cierto que algunos se toman mucho más en serio la educación online que otros. También hay que tener en cuenta que algunas materias que se prestan más que otras a darse en línea. Por ejemplo, dar una clase online de Biología no tiene mucho sentido, porque a fin de cuentas es leer los apuntes, aprenderlos y resolver dudas, y no vamos a esta una hora delante de la webcam viendo como el profesor lee apuntes porque hasta él sabe que no es muy útil hacer eso. En este caso tiene más sentido directamente mandar una lista con nuestras dudas al profesor y aprovecha la videollamada para resolverlas en lugar de para leer apuntes. Sin embargo, en otras materias como química o matemáticas, que son más prácticas, sí tiene sentido dar una clase propiamente porque nos interesa escuchar los detalles de los ejercicios, los pequeños trucos y los procedimientos que hace el profesor.

- ¿Qué está aprendiendo de esta situación y qué ha aprendido a valorar más que antes?

- Estoy aprendiendo a guiar mi educación de una forma más independiente, como decía antes, sin tener la constancia de las clases presenciales. Pero, desde luego, lo que me llevo de todo esto es que la vida es muy imprevisible y, por estupidez espiritual a la que pueda sonar, siempre da lo que ella quiere. Por mucho que uno quiera hacer una u otra cosa, siempre puede llegar una pandemia y cambiarte los planes, así que lo mejor es vivir al día, con alguna que otra ambición e ilusión importante para tener algo por lo que levantarte por las mañanas, pero teniendo siempre presente que todos somos prescindibles y que, a fin de cuentas, lo que queramos no tiene la más mínima importancia, porque mañana mismo podemos voluntariamente cambiar de parecer o puede que la vida nos obligue a hacerlo.

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He aprendido a valorar más los pequeños gestos de la rutina de antes: las conversaciones con los amigos, la convivencia con la familia, las tardes en la calle… Supongo que todo eso que todos echamos de menos.

- Como estudiante de 2º de Bachillerato, ¿cómo afronta la próxima EBAU de este año?

- Intento hacerlo con tranquilidad. Las últimas semanas me he sentido un poco agobiado porque los responsables de las pruebas no decían nada concreto, pero ahora lo tengo todo bastante más claro. Sin embargo, es inevitable sentir más presión de la que teníamos durante las clases presenciales. A fin de cuentas, vamos a hacer un examen que es una competición y que va a determinar nuestro futuro en gran medida. Y todo ello sin haber pisado las aulas en los últimos meses, preparándonos el temario en gran medida por nuestra cuenta y con unos modelos de examen que, si bien son más abiertos, no son los que estamos acostumbrados a hacer en las clases.

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De todas formas, yo creo que las autoridades están siendo excesivamente optimistas y que meter a miles de personas en el mismo recinto, por mucha distancia que haya entre ellas, puede acabar siendo una irresponsabilidad. Aún así, el gobierno ha decidido correr el riesgo de celebrar las pruebas presencialmente, así que adelante con ello por ahora, pero quizás en algún momento, y más ahora que parece que vamos a empezar a salir del confinamiento, deban retractarse.

- Las autoridades educativas han descartado los aprobados generales. ¿Qué forma de evaluar le parecería más justa en las actuales circunstancias?

- Creo que lo más adecuado hubiese sido clausurar el curso y evaluarlo con las notas de la primera y la segunda evaluación que ya estaban fijadas al inicio del confinamiento, pero en vistas a que hay que elaborar una tercera evaluación, las únicas formas que se me ocurren para hacerlo sería a través de trabajos sencillos en plataformas como Google Classroom o de exámenes online, aunque esta segunda opción ya la hemos probado en mi grupo de clase y no suele funcionar muy bien por problemas como que los exámenes aparentemente no se entregan, no llegan al profesor o, directamente, el alumnado no puede acceder a ellos

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- De cara a los próximos cursos, ¿qué cree que podría hacerse desde el centro educativo para mitigar las consecuencias educativas de otra crisis similar en el futuro?

- Lo primero sería formar al profesorado en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, porque la mayor parte de ellos están siendo autodidactas y a veces da la impresión de que están improvisando.

Lo segundo sería informarse de qué alumnos no tienen medios para acceder a las clases online y proporcionárselos. Creo que se malgasta dinero en muchas cosas y, de igual manera, creo que todos estamos de acuerdo en que es mejor no malgastarlo y usarlo bien en permitir que las personas tengan una educación digna, lo que debería ser una prioridad en todo momento.

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Por último, creo que esta crisis ha evidenciado que el sistema selectivo de la EBAU falla y, aunque no creo que lo mejor sea directamente eliminar la prueba, sí pienso que las autoridades educativas deberían tener un plan B por si esta situación vuelve a repetirse, de forma que los alumnos que vayan a presentarse a los exámenes sepan desde el principio qué es lo que va a pasar con ellos.

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