Camino de un nuevo enclave con encanto se ven frutales a un lado, al otro vacas y enfrente, como si el conductor se dirigiera hacia ella, la imponente fortaleza del pueblo portugués de Juromenha en lo alto. Pero, de repente, ¡zas!, el Guadiana corta el trayecto y en el inevitable declive orográfico que acompaña a cualquier río, aparece la Marina de Villarreal, un lugar moderno y acondicionado que facilita el contacto con una naturaleza fluvial a la que hasta hace poco solo sacaban partido los pescadores.
Esta instalación es la respuesta lógica a la necesidad de habilitar un lugar para organizar a los navegantes después de que la inundación controlada que provocó la presa en Alqueva, casi cien kilómetros al sur, creara de la nada el mayor embalse de Europa.
Este club náutico está a apenas media hora de Badajoz y a menos de diez minutos de Olivenza. Fue creado en 2012 y era una incógnita si con los años entraría en declive o se vendría arriba. Afortunadamente ha ocurrido lo segundo.
En pleno inicio del verano tiene sus rosales, pinos y demás vegetación perfectamente cuidada y un restaurante con una cristalera mirando al agua que lo hace especial. Un amplio velador, juegos para los niños, una campa de césped y merenderos completan el servicio de hostelería, restauración y esparcimiento.
Además, un pantalán apartado del resto permite el baño gracias a varias escalerillas y la incomparable sensación de sentarse frente al agua sobre una plataforma de madera con los pies en remojo con vistas a Portugal mientras un amplio catálogo de aves rasean alrededor.
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Pero lo importante, la diferencia, se encuentra flotando. El día de la visita 37 barcos se balanceaban amarrados a alguno de los huecos de los tres pantalanes que sirven de acceso. De todas ellos, tres eran de vela. Casi no caben más. Además, otras tres embarcaciones de diferentes tamaños se ofrecen para realizar cruceros por una lámina de agua que es recomendable conocer bien pues en sus fondos hay aún vegetación que puede dañar el casco y causar algún susto a bordo, de ahí que los habituales se manejen aún con cartas de navegación en cuanto se alejan del puerto por rumbos poco conocidos.
También hay piraguas desparramadas por la rampa de acceso para remolques, se ofrecen cursos de navegación para obtener licencia hasta seis metros de eslora y alquiler de embarcaciones kayacs a cinco euros por persona la hora y a diez euros los hidropedales en La Marina de Villarreal, el equivalente en la orilla de portuguesa a la Marina de Amieira, situada casi en el otro extremo del pantano.
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